EL FUTBOL FUE A ELECCIONES (A RATIFICAR EL PASADO)

I.

Hace alrededor de dos años, el FBI nos hizo el favor – es, creo, una de las pocas cosas que se le pueden agradecer- de poner al desnudo los cuentos y las cuentas de la FIFA. Es historia conocida, no es menester contarla.  Se sabe, pues, que como consecuencia de ello, varios dirigentes de las federaciones nacionales de fútbol, incluido el Presidente de la nuestra, salieron de sus cargos y fueron llamados a comparecer ante los tribunales para responder con referencia a acusaciones de corrupción. E, igualmente, se sabe que luego el mismísimo Joseph Blatter, jefe del balompié mundial, fue sustituido por su compatriota Gianni Infantino, quien prometió una gestión organizada en torno a la transparencia en el manejo de los recursos y a la gobernabilidad democrática de la organización, incluyendo con respecto a esto último, las maneras de elegir a sus autoridades y de renovar su mandato a fin de que no se eternizaran en los cargos, según es costumbre.

Más de uno imaginó que comenzaría un proceso de transformaciones importantes. Sin embargo, aunque ciertamente algunos avances se han producido, hoy en día se observa que lamentablemente la FIFA se sigue pareciendo más de lo debido a la FIFA de siempre. Infantino luce como un Blatter más discreto, que se sigue moviendo dentro de las viejas coordenadas y, al menos hasta ahora, no ha estado  a la altura de las demandas planteadas. Pareciera, entonces, que el establishment del fútbol aún puede dormir tranquilo.

II.

Hace pocos días la FVF fue a elecciones con el propósito de nombrar a sus  autoridades para el período 2017 – 2021, luego del interinato ocasionado por la separación del cargo de Rafael Esquivel. Para infortunio del balompié local, se trató de unos comicios amañados, llevados a cabo a través de la reedición de viejas prácticas, así como de la interpretación antojadiza de las normas, tejidas a la medida de las pretensiones del candidato que finalmente triunfó.    Funciono el sistema electoral que durante tres décadas permitió muy pocas  rotaciones en la alta dirigencia de la institución, un sistema que trataba apenas, por si acaso, de guardar ciertos gestos propios del “fair play”.  Así, en esta ocasión las numerosas irregularidades observadas tampoco pudieron ser ventiladas ante los organismos competentes. Al respecto, sobresale el hecho de que la Ley del Deporte haya sido ignorada en lo que atañe a la ampliación del universo electoral – establecida con la idea democratizar la escogencia de la dirigencia deportiva- , colocándose obstáculos de diversa índole  que a la postre hicieron que participaran en la consulta previa a la elección alrededor de 8.000 personas, cuando todo indicaba que debieron haber sido no menos de 30.000.

Expresado de otra manera, las autoridades en ejercicio, algunas de ellas candidatas a permanecer en la cabeza de la organización, terminaron decidiendo en la práctica quienes conformarían la Asamblea de delegados, expresión de una cierta oligarquía del fútbol en cuya manos ha quedado  destino de este deporte.

Foto cortesia: Elizer Pérez

III.

La FVF cuenta ahora con una directiva, algunos de cuyos miembros, incluyendo a su nuevo Presidente, formaron parte durante largo tiempo de una gestión, la de Esquivel, muy cuestionada,  tanto por sus logros, como por sus manejos administrativos. Además, tiene como Vicepresidente al actual Presidente del Instituto Nacional del Deporte (IND), algo insólito en el mundo deportivo que, por decir lo menos, obvia el evidente conflicto de intereses y, además, le abre las puertas, en su peor versión, a la politización de la actividad deportiva, trastocando los principios que rigen su autonomía, hecho que, al parecer, a la FIFA le ha pasado desapercibido. Y no digamos al IND y al TSJ, organismos ante los cuales se han presentado reclamos sobre éste y otros asuntos.

Triunfó, pues, el continuismo.  El terremoto causado hace aproximadamente de dos años en las altas esferas de la FIFA se tradujo, entre nosotros, en un cambio que nada cambia. Habrá, entonces, que esperar de nuevo por la transformación del fútbol nacional. Por ahora queda ratificado el pasado.

III.

En fin, también en el fútbol se cuecen habas.  El episodio electoral de la FVF revela que la fragilidad institucional no es ajena a ningún espacio de la vida venezolana. Dicho en pocas palabras, deja a la vista  un gran, y muy grave, déficit de democracia.

El Nacional, miércoles 28 de marzo de 2017

Ignacio Avalos Gutiérrez

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