Venezuela, como selección de fútbol y por eliminatoria premundial tiene un corto tiempo de éxitos. Su historia de evolución constante es reciente.
Muchas de las cosas que hemos visto en los útimos 15 ó 18 años fueron inéditas: triunfos de local, seguidillas en casa, victorias a domicilio, logros por marcadores amplios, suma de puntos totales y posiciones en Copa América, más un largo etcétera.
Todas esas veces en las que la Vinotinto logró «algo» de esta corta historia se alinearon: jugadores, cuerpo técnico y hasta los muy denigrados directivos.
Cuando se remó en la misma dirección los resultados son y fueron evidentes.
Todo esto a propósito de la crisis que vive la selección en la que cada una de las partes -las tres que mencionamos arriba- dijo o desdijo o intentó decir algo más o algo menos.
Este escenario de crisis de resultados, más crisis dirigencial (efecto Esqivel), más recambio en la generación de jugadores (el más pronunciado desde los éxitos que iniciaron con Richard Páez), trajo consigo el aparente embrollo en el que no vemos solución.
Y ahí vamos al origen del título de este artículo: la Vinotinto no son 11 ni 23 ni 33 jugadores convocados. Ni «Chita» Sanvicente y su cuerpo técnico. Mucho menos los directivos que no juegan.
Pero todos son indespensables. Y todos, absolutamente todos, han cometido errores, casi todos de comunicación.
Si queremos seguir evolucionando como selección y subir un escalón competitivo esta vez. TODOS los involucrados en la crisis deben conciliar y buscar los puntos comunes. Y a mi juicio es obvio que en la casaca Vinotinto y en las ganas de ir a un Mundial de Fútbol convergemos todos. Cierto?
Se NECESITA de todos los tres actores (jugadores, cuerpo técnico y dirigentes) la MADUREZ para confrontarse cara a cara y decir en qué se falló y ver cómo solucionamos la crisis.
Menos que esto sería una muestra de egoísmo e inmadurez. Además, recuerden que 30 millones de aficionados los están viendo y juzgando.
A ponerse las pilas y demostrar que 2+2 es mucho más que 4.