Mano de Jara distinta a la de Maradona

I.

Se recordará, sin duda al equipo de Chile, el mejor del certamen. También al combinado peruano, por una cierta reminiscencia de otras épocas, las de Cubillas, Sotil, Cueto y otros cuantos. De Brasil se dirá que hace mucho tiempo solo juega bien en la nostalgia, en el alma de los que se acuerdan de Pelé, Zico, Falcao, Romario, Ronaldinho y tipos así. Y de la Vinotinto, se alegará, con razón, que fue, sobre todo, a probar y ensayar, teniendo en mente definir la selección que se subirá al avión para ir a Rusia, lugar del próximo Campeonato Mundial. De resto pocas cosas dignas de registrar. La Copa América fue, en general, un torneo soso, que podremos contarnos en pocas frases. Tal vez digamos, si acaso, que fue el torneo en el que Jara le tocó el culo a Cavani, en un juego de cuartos de final

II.

Ese encuentro entre chilenos y uruguayos no tenía pronóstico claro. Estaba para cualquier lado, como suelen decir los comentaristas. Había demasiado libreto táctico, cumplido con mucha disciplina, pero ya se sabe, el fútbol transcurre durante noventa minutos y siempre pasa algo, en algún momento, que arruina las previsiones. Así, apenas comenzando el segundo tiempo, el árbitro expulsó al uruguayo Edinson Cavani, por darle un golpe al chileno Gonzalo Jara y torció, así, el destino del partido. Fue una cachetada leve que la víctima exageró, como se estila en estos días, en los que se ha institucionalizado el engaño sobre el césped, y se finge, por caso, una patada en la canilla que no se dio o un manotazo en la cara que, en verdad, apenas rozó la oreja. Los jugadores han desarrollado cualidades histriónicas envidiables a fin de provocar la falta y colocarla en formato de teatro, tras lo cual son elogiados como se si hablara de su velocidad o de la habilidad que muestran para cabecear en los saques de esquina.

No sería de extrañar, entonces, que el arte de simular llegue a ser ensayado en los entrenamientos, y sea parte de las llamadas “jugadas de “laboratorio”. La pantomima se ha ido haciendo parte ¿estratégica? del juego, señal de que la ética del fair play, pregonada por la FIFA, es capaz de coexistir con otros códigos menos explícitos y menos ortodoxos, asunto que no debiera extrañar, pues, según se ha dicho, el fútbol es la dramatización de la vida social. O, si se prefiere, la guerra por otros medios.

En fin, gracias a la mano de Jara – parecida, es verdad, pero distinta en su ejecución y desde el punto de vista ético, a la mano de Dios que ayudó a Maradona contra los ingleses -, los anfitriones se enrumbaron hasta la final, mientras que los charrúas abandonaban la Copa de la que habían sido los últimos campeones.

III.

Las cámaras de televisión mostraron que Cavani no hizo sino responder a la acción de su contrincante, lo cual hizo en clave de macho ofendido en su honor. Días después de ser delatado por la televisión, la CONMEBOL sancionó al lateral chileno con tres juegos de suspensión. A los moralistas radicales (que, de paso, no suelen ser tan estrictos cuando a alguien le parten un tobillo) les pareció un castigo leve que además no tomaba en cuenta sus antecedentes. En efecto, en el año 2013, por ejemplo, Jara le agarró los genitales a Luis Suárez (que dirían, por cierto, Freud y los feligreses del psicoanálisis).

En resumen, se trata de un jugador habilidoso por lo que hace con el balón (que es mucho), pero también porque se vale, de manera frecuente, de la triquiñuela como recurso táctico.

IV.

A todas éstas cabe preguntarse, entonces que fue lo que penalizaron los jefes del balompié suramericano. No fue, ciertamente, un faul, esto es, el equivalente a una patada, a un empujón o a una plancha, faltas que son las que se contemplan en el menú habitual de las infracciones.

Pareciera, más bien, que pertenece a una categoría muy difusa, la del “comportamiento antideportivo”, un saco en el que se meten muchas cosas que se calibran de forma bastante discrecional.

Así las cosas, puestos a hablar con franqueza, el manoseo de Jara fue considerado como un ataque a la virilidad de su rival, conforme a los convencionalismos sociales aún vigentes en el Siglo XXI. Y, de acuerdo a lo que todos conocemos, el fútbol sigue siendo un espacio para el despliegue de la épica masculina, admitidos sus simplismos y tonterías.

GJara Cortesia Sport360

 

En fin, qué de cosas raras tiene el fútbol. Jara es inhabilitado por las autoridades de acuerdo a un código moral que pretende ser riguroso (protege, por ejemplo, el carácter sagrado de los glúteos masculinos), mientras que sólo el FBI es capaz de sacar la tarjeta roja a quienes negocian – dinerales mediante – con el balompié a nivel mundial.

Sobra, un poquito de hipocresía, Tanto dentro como fuera de la cancha.