José “Pino” Milillo, un académico hasta la medula

 

 

CARACAS – “El amor por el fútbol no es solo diversión es un sentimiento que nace del corazón. En la vida hay dos cosas que no cambian: la familia y el amor por el club” esta frase podría describir el amor que siente José “Pino” Milillo Santiago por su Estudiantes de Mérida. La camiseta académica es como una segunda piel para él. Tanto es el amor por este conjunto que fue la única camiseta, a nivel de clubes, que se enfundó. Pino es el único jugador que ha ganado dos estrellas con el Estudiantes de Mérida.

“Tuve la suerte de iniciar y jugar toda mi carrera con el Estudiantes de Mérida. Mi padre, Rafael Milillo, fue uno de los fundadores de las categorías inferiores del club. En ese entonces en el conjunto había un grupo de personas como el doctor García, el señor Fernández, mi papá como otras personas que daban su aporte al club sin fines de lucro”.

En los años ’60, las categorías inferiores del club andino eran entrenadas por jugadores del primer equipo. En la cantera del académico Milillo tuvo profesores de fútbol de la talla de Héctor Minniti, Luis Marquina, Luis Mendoza, Isabelino Martínez, Juan Scarpeccio y José Chiazzaro (que a lo largo de su carrera anotó 117 goles con la elástica del Estudiantes). Esto facilitaba más la enseñanza para estos futbolistas en formación.

“Recuerdo que recibía clases de fútbol de los ídolos de la época. Ellos nos enseñaban todos los secretos para ser buenos jugadores: como pararnos en la cancha, como recibir el balón, como cabecear y todas esas cosas que te ayudan a crecer a nivel profesional. Eso sí, todos los entrenamientos los hacíamos con balón. Recuerdo que todos corríamos detrás de la pelota. No como ahora que hay entrenadores que les hablan de táctica y todas esas cosas y los muchachos no tocan el balón de fútbol”. 

Al hablar de los entrenamientos, Pino Milillo recuerda: “Alguno de mis hermanos lloraban y no querían ir a las practicas. Mi papá como buen italiano quería que jugáramos fútbol. Lástima que de 5 hijos solo tres fuimos varones sino armábamos el equipo de futbolito (risas)”.

Gracias a su talento, Pino fue escalando todas las categorías del denominado “Equipo del Pueblo Merideño”.

“¡El salto al primer equipo fue fácil! En mi casa todos querían que defendiera los colores del Estudiantes. Los que veníamos del equipo juvenil teníamos la ventaja que nos entrenaban los del equipo de primera y ellos mismos nos hacían el seguimiento y nos ayudaban a dar el salto de categoría jugando primero la pretemporada”.

José Milillo también defendió los colores de la selección de Venezuela lo hizo en los Juegos Panamericanos de 1983 que se disputaron en Caracas, en la Copa América del mismo año y en el preolímpico para los Juegos de Los Ángeles de 1984.

En el torneo Panamericano, Pino y nuestra selección nacional se enfrentaron a Uruguay (derrota 1-0) y Bermudas (victoria 3-2).

Una vez finalizados los IX juegos Panamericanos, Venezuela debió enfrentar como integrante del grupo uno la Copa América donde midió sus fuerzas a Chile y Uruguay. En ese entonces el formato de la competición continental era con juegos de ida y vuelta. Nuestro combinado nacional terminó la Copa América con un empate (0-0 en el Brigido Iriarte ante la roja y tres derrotas.

El encuentro con esta leyenda del fútbol merideño fue realizado en su panadería. Milillo nos habló de cómo era la Primera División en su época.

“¡Era un espectáculo! Sin miedo a equivocarme creo que viví la mejor época del Estudiantes de Mérida. Teníamos en el equipo jugadores como Scarpeccio uno de los mejores 10 que he visto. Con nosotros estaba el central Mario Napilotti, el cabezon Ancheta, Chiazzaro che era apodado el cañonero del paramo. Estaban los brasileños Da Silva y Saturnino. Para mí fue un orgullo jugar y ganar para Estudiantes de Mérida”.

A lo largo de su carrera hay varios juegos que quedaron grabados en la memoria de Milillo. “El primero de ellos fue en mi época de juvenil en el año 1979 cuando ganamos la final de nuestra categoría. Otro de los juegos que recuerdo es mi debut con la selección nacional en los juegos Panamericanos. Ese día nos enfrentábamos a Uruguay. ¡Fue una emoción grandísima! Llegar en el autobús al Brigido Iriarte, calentar en el estadio y oír a la gente que gritaba: ¡Venezuela! ¡Venezuela! Y ni hablar del himno nacional se le ponía a uno la piel de gallina y uno apretaba los ojos para que no se le salieran las lagrimas”.

José “Pino” Milillo también tuvo la suerte de jugar la máxima competición de clubes en el continente americano: la Copa Libertadores.

“En la edición de 1982, Venezuela fue representada en la Libertadores por el Deportivo Táchira y Estudiantes jugamos contra los equipos colombiano Deportes Tolima y Atlético Nacional. Nos fue muy bien jugando como local donde obtuvimos una victoria, dos empates. Lamentablemente de visitante no, nos fue tan bien. Pero para nosotros fue una buena experiencia”.

Uno de los entrenadores que más recuerda Milillo es a Modesto Sandoval, era un ex arquero paraguayo. “De el rescato la garra, el trabajo esa actitud de no dar nada por vencido y tratar hasta el último momento de obtener el resultado”.

Luego de retirarse del fútbol profesional, Pino, que es ingeniero eléctrico graduado de la Universidad de Los Ángeles intentó dedicarse a su carrera profesional, pero prefirió decantarse por el negocio familiar: la panadería.

Durante la tertulia futbolera le preguntamos como veía nuestro fútbol nacional en la actualidad. “Me da mucha rabia y vergüenza ver a Estudiantes, ver como mi equipo lucha por no descender. En mis tiempo el académico luchaba por los puestos de arriba estaba siempre entres los cinco primeros. Hoy en día eso no sucede. En la actualidad ellos tienen un estadio de primer nivel como el Metropolitano, en mis tiempos se jugaba en el Soto Rosa al mediodía. ¿Sabes lo que es jugar a esa hora y a 2 mil metros de altura? ¡Todos se morían! Nosotros estábamos acostumbrados ya que entrenábamos a esa hora. Nuestros rivales en el segundo tiempo veían al banquillo pidiendo la hora. ¡Nadie nos ganaba en casa! ¡Éramos imbatibles!”.

 

De Fioravante De Simone

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