Hay quien dice que falta Esquivel

Cuatro derrotas al hilo, arrancando las eliminatorias para el próximo Mundial, una catástrofe que no ocurría desde el año 1993. Cuatro derrotas jugando mal, además. Cuatro derrotas que, advierten algunos, nos devuelven al estatus de cenicienta dentro del futbol regional. Cuatro derrotas, en fin, que parecen poner las esperanzas nacionales en Qatar, porque ir al evento en Rusia ya tiene cara de milagro. Así las cosas, ¿cómo no ser pesimista, a pesar de que apenas comienza el año y la costumbre obliga a creer que todo ira mejor que en el anterior?.

Rebelión en la granja vinotinto

Dentro del cuadro anterior ocurre la renuncia a la selección de Fernando Amorebieta, el vasco criollo, quien sin irse por las ramas expresó que no estaría en el equipo mientras continúen en sus funciones la directiva de la FVF y el cuerpo técnico del equipo. Y ocurre también un pronunciamiento público firmado por quince integrantes del combinado nacional, mediante el que, si bien no abandonaban la selección, si dejaban conocer su desacuerdo con los jefes del balompié criollo.

En fin, nos encontramos ante una rebelión en la granja vinotinto, cuyas motivaciones no están del todo claras y, como suele ocurrir en los casos en los que hay déficit de información, surgen versiones al gusto, algunas de ellas francamente peregrinas.

Las posteriores declaraciones del Director Técnico de la selección, así como las del Presidente de la FVF, no contribuyeron mucho a desvanecer las dudas ni los temores. A todos nos queda la sensación de que las cosas están mal y hasta pueden ir peor con el combinado criollo en lo que resta de las eliminatorias hacia el Mundial del año 2018.

A todas estas hay quienes dicen que hace falta Rafael Esquivel, alegando que bajo su mando estas cosas no habrían pasado. Lo expresan como si sus casi tres décadas de gestión no tuviesen nada que ver con lo que ahora sucede, lo cual no debe sorprender demasiado.

En efecto, no es un sentimiento raro luego de largos mandatos caracterizados por la concentración del poder en una sola persona. Suele ocurrir que en medio del vacío y la desorientación que dejan, aparezca la sensación de que antes todo marchaba mejor.

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La crisis del fútbol nacional

La vinotinto ha sido durante los últimos tiempos una suerte de fachada, útil para encubrir hasta cierto grado las carencias que, con sus altibajos, afectan nuestro fútbol. Útil, ciertamente, para ocultar o disfrazar problemas que solo se atienden con parches, más que con el afán de maquillar y salir del paso, que con el de resolver las cosas a fondo.

En este sentido, el futbol profesional es un buen botón de muestra, expresado en un largo rosario de desacomodos bien conocidos que se han vuelto casi eternos y que en cierta medida quedan en evidencia en el fracaso de nuestros equipos en las competencias internacionales.

Estamos, en fin, ante una crisis que, a su manera y en sus diferentes grados de intensidad, arropa al balompié nacional en todos sus espacios y niveles.

Dijo recientemente Nelson Carrero que el futbol venezolano tiene 100 años de atraso con respecto a las grandes potencias. Aun si se trata de una exageración del ex jugador y directivo de la FVF, estamos frente a una afirmación que debiera ponernos, de manera urgente, en la tarea de acomodar el fútbol del país.

Las elecciones: ¿servirán para cambiar o para simular que se cambia?

Como no podía ser de otra manera, el desbarajuste de la FIFA ha atracado en muelles venezolanos. El Presidente de la FVF se encuentra detenido en Suiza y se ha tejido un espeso manto de presunciones respecto al mal manejo de los recursos económicos, presunciones que no han generado, hasta ahora, ninguna investigación que las disipe, a pesar de diversos anuncios de que se llevarían a cabo, incluso a nivel nacional, si nos acogemos a declaraciones del Comité Olímpico Venezolano y hasta del propio gobierno nacional.

En todo caso la olla destapada por el FBI a nivel internacional ha provocado, como en otros países, el adelanto de las elecciones en la FVF. ¿Será esta la oportunidad para que se modifique el formato electoral, de manera de permitir mayor participación e impedir el ventajismo que siempre ha soplado a favor de los que representan el continuismo? ¿Será oportunidad para abrirle paso a nuevas ideas, encarnadas en un nuevo liderazgo? ¿Para que se establezcan las bases de una gestión más democrática, a cargo de gente preparada, inclinada a la consulta y obligada a la rendición de cuentas? ¿Para que los directivos no se eternicen en el poder y lo conviertan en el fin mismo de su gestión? ¿Será, en fin, la oportunidad para poner los fundamentos que permitan iniciar, en serio, un proceso de transformación en nuestro fútbol?

En la respuesta a las anteriores interrogantes se encuentran, en gran medida, las claves que comenzaran a decidir el destino del fútbol nacional.

Enero 2016