Aunque la mayoría estará de acuerdo con que en el fútbol es esencial tener fe en uno mismo para triunfar, algunos piensan que no es suficiente sino también es esencial confiar en Dios. Pero, ¿Qué tiene que ver la fe en Dios con el fútbol? Si no crees en Dios, tal vez tu respuesta apresurada será “nada en absoluto,” pero sería un grave error subestimar la influencia que tiene la fe en Dios para muchos jugadores que son religiosos. Esto queda demostrado en la frecuencia en que los futbolistas sienten la necesidad de expresar su fe en la cancha. Para un escéptico esas expresiones públicas de fe se minimizan a simples supersticiones para tratar de influir en la suerte de un juego. ¿Se trata esto de una simple superstición y deseos de manipular el resultado o, es algo más complejo y trascendental?
Al menos que seas historiador es fácil olvidar el pasado y restarle importancia a la historia del ser humano, pero esa historia es la que nos ha forjado lo que somos hoy. La cultura postmoderna de hoy ha tratado de eliminar de nuestras vidas la idea de Dios, y tildando de fanáticos y tradicionalistas a quienes persisten en esta idea. Hablar de Dios, en un segmento exclusivo de fútbol, parece estar fuera de lugar en esta era. Sin embargo, no podemos ignorar la verdad de que nuestra historia está ligada a nuestra fe en Dios.
No fue hasta los 1800, con la era de la industria o era moderna, que el hombre empezó a cambiar su modo de pensar e independizarse de Dios. Cuando descubrieron todo lo que el ser humano podía lograr (incluso ir a la Luna) pensaron que ya no hacía falta Dios, y lo empezaron a sacar de sus pensamientos y de la cultura. No obstante, anterior a esto casi todas las artes, la arquitectura, la literatura, la poesía, la música, incluso las ciudades, giraban en torno a la fe a la creencia en Dios (Teocentrismo). En el centro de cada pueblo y ciudad había una iglesia construida estratégicamente para que todos tuvieran fácil acceso a la iglesia . La era del Renacimiento trajo consigo un avivamiento por los estudios. En Roma, estos estudios se enfocaron más en las Humanidades (el estudio del hombre) y en la Ciencias, mientras que en el norte el Renacimiento Nórdico llevó a un avivamiento por estudiar las verdades de Dios. El mundo empezaba a dividirse: unos, enfatizando la grandeza del hombre y sus logros y, otros, hacia un despertar espiritual hacia el estudio de Dios.
Con el invento de la imprenta, la biblia llegó a la manos del pueblo por primera vez; pudieron leerla en su propio idioma y, en consecuencia, empezó un avivamiento espiritual. Así inició la reforma protestante. En el siglo 16 surgieron muchas universidades cuyo énfasis estaba en estudiar a Dios y la Biblia. El pensamiento común en estas universidades era el estudio de la teología como la carrera mas avanzada y el estudio de la Biblia como el libro más importante que se puede estudiar, pues confiaban que las verdades bíblicas iluminarán a todos los demás estudios de la vida.
¡Cómo han cambiado las cosas en 500 años! Posteriormente el mundo se olvidaría de estos principios y “matarían” la idea de Dios, empezando así la era Postmoderna en la que estamos actualmente. Es una era en la cual el concepto de Dios es ridiculizado y censurado por gran parte de la cultura. Increíblemente, aún con la persecución masiva de parte de la ciencia y la educación postmoderna humanista, la fe sigue viva: más de la mitad de la población mundial son creyentes en Dios. Esto incluye a muchos futbolistas que opinan que Dios aún es relevante para alcanzar el éxito en la vida. ¿Como algo tan claro e importante en nuestras historia humana pudo llegar a ser enterrado hoy en día? Por eso la importancia de crear esta sección, y tratar de aprovechar un concepto pasado por alto: El conocimiento y la fe en Dios es la clave para descubrir el éxito en la vida; incluyendo el fútbol.
Es hora de recobrar nuestra dependencia en Dios y abandonar nuestra arrogancia y falsa expectativa de tener todo bajo control. Dios no está muerto y en los próximos artículos voy a mostrar cómo esto beneficia la vida de los deportistas.
Por John Dye – @johnnydye
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