El Cábala del Uniforme Amarillo

¿O el desespero como un último gesto?

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Informa el diccionario que el concepto de cábala refiere al conjunto de doctrinas que, mediante el esoterismo y el cumplimiento de ciertos preceptos, pretende revelar el mensaje de Dios y del mundo. En el lenguaje coloquial, sin embargo, se trata de un cálculo supersticioso, una conjetura o una suposición. La noción está asociada a algún tipo de ritual que una persona lleva a cabo con la espera de tener buena suerte o de cumplir con sus objetivos. Dependiendo de factores históricos y culturales, la vida de los seres humanos no es para nada ajena a las cábalas.  Tampoco lo es el deporte, todo lo contrario, allí son, en sus diversas y numerosas formas, hechos que tienen visos de absoluta normalidad.

Giusti y el caramelo enterrado en la grama del estadio Azteca.

Las cábalas también se encuentran presentes en el futbol, por supuesto, incluso entre los aficionados.   Hace unos días leí en un libro publicado a comienzos del presenta año  (El Partido, del periodista Andres Burgo), en cuyas páginas se da cuenta del largo hilo de cábalas del seleccionado argentino, el que se alzó con la Copa Mundial de 1986, gracias a la Mano de Dios (y a la de Maradona). Entre ellas cabe mencionar una ocurrida a comienzos del partido final, descrita en el texto mencionado de la manera siguiente: “… mientras nadie lo ve Giusti, raspa con sus botines la raya del círculo central para hacer un poso y esconder el caramelo que nunca  comerá.   Lo que había sido una previsión desde los primeros partidos para combatir el smog y la altura de la capital mexicana, el medio campista la transformo en la milésima liturgia: Argentina no arranca a jugar hasta que Giusti no oculta un caramelo en el césped.”.

Y como esta, otras muchas,  algunas a cargo del propio Bilardo, el Director Técnico, hombre cuidadoso de los más mínimos detalle estratégicos, pero ocupado también, por si acaso, de ciertas prácticas “raras”, como, por ejemplo, la de prohibir que los jugadores comieran pollo, sin más fundamento que el de alguna cábala.

El  uniforme amarillo

En su último partido, hace poco, la selección nacional no jugó con el uniforme tradicional, como le correspondía, sino con franela y pantalón amarillos, sin que se supiera, en definitiva, el motivo de ello. Dada la desinformación propia que gobierna desde hace décadas al futbol venezolano circularon algunas versiones. Que si no había suficientes camisetas vinotinto y  algún gracioso expreso que no habían podido lavar por la falta de agua.  Que si el patrocinador de la selección presiono por quien sabe cuál propósito. Que si tal cosa, que si tal otra.  Sin embargo, vía las redes sociales se nos hizo saber, finalmente, que había sido el propio Noel Sanvicente el que había tomado la decisión por razones cabalísticas.  En otras palabras, pareciera haber considerado, se imagina uno, que la camiseta oficial del equipo nacional estaba resultando pavosa, responsable, seguramente, de las seis derrotas seguidas en las eliminatorias, derrotas que, salvo que ocurra un milagro, le impedirán al combinado nacional tomar el avión para ir  al Mundial de Rusia. Fue, así pues, una acción desesperada, manotazo a ciegas que buscaba cambiar su suerte sobre la cancha.

La crisis del  balompié venezolano

Pero no  nos engañemos.  El problema no es solo el desempeño del combinado nacional, ni el fracaso de su Director Técnico.  Se trata, en verdad, de los desacomodos de larga data que caracterizan al futbol de nuestro país en casi todos sus niveles y aspectos, imputables en gran medida a una dirigencia que se hizo eterna en la FVF. Una dirigencia que gobernó a su aire, que no rindió cuentas, que no asumió errores y que, aun así, logro permanecer cerca de tres décadas en el poder.

El actual fracaso de la vinotinto no hace, pues, sino poner de bulto esta situación. El nombramiento de Rafael Dudamel en sustitución de Sanvicente no puede dejarnos tranquilos. Con ello apenas se tocó parcialmente un aspecto del problema, quedando otras que conciernen a la estructura misma de nuestro balompié y que no se encaran con parches, sino con cirugía.  No se trata, en fin, de dar con la cábala indicada, sino de crear las condiciones e inventar los modos para producir un gran cambio.  En otras palabras, la cábala funciona si las cosas se hacen con inteligencia y esfuerzo.  En fin, ayuda, pero no resuelve.

La FIFA asoma algunos cambios

Incluso en la propia FIFA soplan vientos de cambio. Que no sean tan fuertes como uno quisiera, es otra cosa. Pero el hecho es que fue reemplazado el viejo liderazgo y ha emergido otro que ha empezado a ejecutar ciertas transformaciones. Pareciera, sin embargo, que esos vientos no han llegado hasta nuestras costas. El balompié criollo se está manejando, detalles más, detalles menos, como antes de que pasara lo que paso con Blatter y su grupo de dirigentes.

Las elecciones, cuando toque efectuarlas, representarán una buena oportunidad para iniciar una nueva época en el futbol venezolano.  Ojala, por cierto, se realicen al amparo de nuevas reglas, pues, como se sabe, las vigentes siempre han permitido que, bajo un hipócrita ropaje democrático, se designaran siempre a los de siempre.

Ignacio Avalos Gutierrez
iavalosg@gmail.com