Alemania y el triunfo de una política seria para fabricar campeones

Lineker lo decía con ese humor negro tan británico: “el fútbol es un deporte de 11 contra 11 en el que siempre gana Alemania”. Y sí. Parece, aún más en estos días, que no hay nada que hacer contra ese país, que ni siquiera tiene un Messi o un Cristiano Ronaldo y que, a pesar de todo, dispone ahora mismo de al menos 50 futbolistas seleccionables para el Mundial de Rusia 2018.

¿Cómo se logra ese milagro? Como se logran casi todos, en realidad: trabajando. Alemania, que además de ser campeón de campeones de la Fifa acaba de coronarse rey del Europeo Sub 21, entendió tras sus fracasos en el Mundial de Francia 1998 (eliminado por Croacia en cuartos de final) y la Eurocopa de 2000 (último de su grupo) que necesitaba replantear su modelo para volver a ganar y apostó de frente por ello.

Lo primero fue obligar los 36 clubes de la primera y segunda división a fundar y mantener una escuela de formación como requisito para obtener la licencia para jugar en sus respectivas ligas. El resultado es apabullante: 16 jugadores de la plantilla campeona de la Confederaciones juegan la Bundesliga y sólo 8 están en el fútbol internacional. De hecho, no es el poderoso Bayern Múnich el que más aporta: es el sorprendente Hoffenheim.

Lo mejor es que el proyecto ni siquiera empieza en el club sino en la escuela pública, con niños entre 8 y 14 años de edad, que son beneficiarios de la DBF (Escuelas de élite de Fútbol). Allí más de 1.000 entrenadores de cerca de 30.000 con licencias B, A y Pro (la más alta) que hay en el país les dan capacitación permanente, con sólo un mes de vacaciones en el año. A medida que los chicos crecen se intensifica el trabajo: 12 horas semanales hasta los 13 años y hasta 18 horas a los 18 y hasta los 21.

En ese momento, el trabajo de la Federación alemana consiste en darles fogueo en las selecciones sub-15, 17 y 21. De esa ‘cosecha se destacan héroes del título mundial de 2014 como Neuer, Khedira, Podolski, Özil, Schweinsteiger, Götze, Reus y el hoy retirado Lahm, y más recientemente Draxler, Schürrle, Goretzka, Kimmich o la nueve sensación entre los delanteros, Werner.

El proceso cuesta y el estado y la Federación pagan: los costos por año rondan los 715 millones de euros, que se subsidian, además de fondos estatales, por parte de los propios clubes vía derechos de televisión, taquillas (los estadios más concurridos de Europa son los alemanes) y transferencias.

No hay suerte cuando se habla de Alemania. Y no hay, hoy en día, un proyecto de esa envergadura en ninguna de las llamadas ‘potencias’ del fútbol mundial. Así que prepárense para ver a los mismos de San Petersburgo repitiendo la dosis de realidad dentro de un año. Después del fracaso, ahora el juego les pertenece, como anticipara el ‘profeta’ Lineker. Si el cálculo no falla.. será otra vez el juego de 11 contra 11 en el que siempre gana…

 

Fuente: futbolred.com