El fútbol y el dopaje tecnológico

Como se sabe, hoy en día el conocimiento científico condiciona en gran medida el desenvolvimiento de todas las actividades humanas.

La sociedad actual es impensable si no se la asocia a la producción constante de innovaciones a fin de darle pie al desarrollo en todos sus ámbitos (económico, cultural, político, ambiental, ético…). Es esta la sociedad del conocimiento, según señalan los que se ocupan de descifrar esta época.

No debe causar sorpresa, entonces, que el deporte se haya convertido en una actividad que se libra cada vez más en el terreno del desarrollo tecno-científico y que no se encuentre aspecto suyo que no tenga tras de sí un laboratorio de investigación. En efecto, en la medida en que el deporte se ha ido tejiendo en torno a la competencia, el negocio y el espectáculo, el apoyo de las innovaciones de todo tipo se ha vuelto indispensable. De acuerdo a algunos estudios, cuyas conclusiones, sin embargo, aún se encuentran lejos de ser unánimemente aceptadas, se estima que a estas alturas resulta difícil mejorar de “manera natural” las marcas, de allí la necesidad echar mano de los remedios contempla el menú tecnológico disponible

El consumo intensivo de innovaciones

El deporte marcha, pues, al calor de una estrecha vinculación con el progreso tecno-científico, principalmente en los niveles de la alta competencia, aunque desde luego su impacto tiene un “efecto derrame”, nada desdeñable, sobre la práctica amateur.

No hay disciplina que escape a su poderosa influencia, amoldándose a sus particularidades, es decir, tomando en cuenta si se practica de manera individual o en equipo, si priva la resistencia y la fuerza (ciclismo, natación y atletismo) sobre la habilidad (esgrima y tenis de mesa), si es una mezcla de ambas cosas (fútbol, béisbol y gimnasia) o si concierne a actividades en donde es preponderante la expresión estética, y en consecuencia los criterios de evaluación guardan un significado diferente (nado sincronizado).

El dopaje es comprendido, en su significado habitual, como el consumo de sustancias que aumentan el rendimiento corporal del deportista, trasgrediendo los reglamentos. Pero actualmente se ha extendido el uso del término, considerando que dopaje es, igualmente, el hecho de valerse de algún otro medio a fin de obtener una ventaja en la competencia. Se habla por extensión, entonces, de “dopaje tecnológico”, aludiendo de esta manera al consumo de muy diversas innovaciones tecnológicas con respecto a las cuales las prohibiciones no se encuentran tan claras como en el caso del dopaje en su acepción común, no obstante de que pueden generar disparidades en la competencia.

Dicho sea de paso, desde hace un tiempo se insinúa la posibilidad de la modificación genética de determinadas células humanas para mejorar el rendimiento del deportista, hecho frente al cual ya se encuentra en alerta el Comité Olímpico Internacional de cara a los juegos que se celebrarán a mediados del próximo año. Se trata del dopaje genético, que ha abierto la polémica en torno al llamado deporte post humano.

Tecnologia y futbol

No se olvide, por último, que el rol decisivo que cumple la tecnociencia en las actividades deportivas es posible gracias a un formidable entramado institucional, muy bien lubricado desde el punto de vista financiero e integrado por numerosas y diversas organizaciones (públicas, privadas y académicas), cuyos hilos son manejados fundamentalmente por las más importantes empresas mundiales, para las cuales el deporte constituye un espacio clave desde el punto de vista de sus fines industriales y comerciales.

El futbol se “tecnologiza”

Actualmente los clubes de futbol más importantes – y no digamos las seleccionas nacionales de más renombre en el planeta – han establecido alianzas cercanas con importantes centros de investigación buscando respuesta a un conjunto de necesidades que pueden ser atendidas por la informática, la nanotecnología, las neurociencias, la biomecánica, la psicología y paremos de contar.

Desde allí surgen innovaciones orientadas a la vestimenta, la elaboración de equipos y materiales, el entrenamiento, la nutrición y la salud del atleta, el arbitraje de los eventos, el mejoramiento de estadios y canchas, las estrategias para competir, incluyendo la evaluación del desempeño de los jugadores. Con relación a este último aspecto cabe señalar, a fin de ilustrar mejor la influencia sobre el balompié de los recientes desarrollos en el campo de la informática. Los mismos ofrecen oportunidades casi infinitas para recoger, guardar y relacionar datos permitiéndole al cuerpo técnico del equipo monitorear hasta el detalle el rendimiento de los futbolistas, analizar la estrategia del equipo propio y la del contrario e incluso medir y prever el comportamiento de los fanáticos que acuden a los partidos. Es este apenas un ejemplo de otros muchos distintos que pudieran mencionarse.

¿Y la paridad en la competencia?

En suma, el balompié va cada vez más de la mano de las transformaciones tecno-científicas. Esta cuartilla y media dio, tan sólo, para asomar un tema complejo y dejar abierta la puerta para un discusión imprescindible, rodeada de muchas interrogantes, entre ellas una que toca la esencia misma del deporte : ¿no se corre el riesgo de erosionar la igualdad en las condiciones que deben existir para todos los competidores. ?