Cachamay quedó en deuda con la Vinotinto

Solo unas 5.000 mil sillas de las imponentes 45.000 mil ocuparon el pasado viernes el estadio Cachamay para ver a la Vinotinto en su inicio de la fecha FIFA de septiembre.

Las críticas llegaron luego de toda la lucha que hizo la Federación Venezolana de Fútbol para que el esplendor de este escenario fuese la casa de la selección para el comienzo de las eliminatorias a Rusia 2018 el próximo 8 de octubre.

Una de las razones para elegir el recinto guayanés era que el magnífico estadio lleno a toda su capacidad jugaría un papel importante para imponer respeto ante el rival y era el mejor estadio del país en todos los aspectos, pero ante Honduras la prueba falló y eso que no estamos analizando en sí la táctica presentada por Noel Sanvicente.

No solo el combinado nacional perdió 0-3 sino además la asistencia del público fue deficiente, no hubo promoción del partido, se vendieron 5 por ciento de las entradas y las imágenes de las sillas vacías evocaron aquella Vinotinto de finales de los 90 que no existía para el país.

Estadio Cachamay

 

 

Recordemos que el equipo tenía dos años que no jugaba en el país, así que ¿Dónde quedó la fiesta para recibirlos? Pues al menos pare este duelo no hubo.

Las alertas están prendidas y pese a que era un amistoso, no era la respuesta que los organizadores esperaban de un juego en casa. Pero los motivos del poco interés de ir a ver a la selección pasan por varias razones que no necesariamente se puedan reflejar para el 8 de octubre que será el día del primer duelo oficial del Premundial ante Paraguay.

En primer lugar está el rival. Con todo el respeto que se merece, Honduras y Panamá, quizás no son equipos atractivos para ir a ver jugar a la Vinotinto, y tampoco podemos exigir mucho estando en el puesto 50 del ranking FIFA.

No es un secreto para nadie que hace años la afición pide contrincantes de alto nivel pero estos países siguen siendo los disponibles para los encuentros de fogueo aunque no llame la atención del hincha.

Contar con una selección élite, como Argentina o Brasil, es difícil. Cobran alrededor de 1 millón de dólares para jugar y por ahora la Vinotinto no tiene para ese lujo.

Otro motivo que explica el vacío de las gradas y quizás es el principal, está en la situación económica del país donde las entradas oscilan entre 800 y 3.000 bolívares, casi la mitad del salario mínimo, y probablemente el fanático prefiere y/o solo tiene para una entrada así que podemos pensar que eligió gastarlo en el juego oficial de eliminatoria.

Al menos la Vinotinto deberá finalizar el año jugando en Cachamay pero aparte de la inasistencia del fanático, el estado de la cancha también preocupó, y las críticas no vinieron de los periodistas o del público, sino del mismo combinado nacional.

Desde el técnico Noel Sanvicente hasta Nicolás Fedor mostraron angustia por el estado del gramado con claros huecos en varios sectores, pero si este es el mejor estadio del país y por eso fue elegido ¿Qué queda para los demás?

Una pregunta válida porque una vez más cae el dilema que los estadios construidos y reformados para la Copa América 2007 no están en óptimas condiciones aupado a una crisis de país donde no existe capacidad hotelera ni vías en buen estado para recibir a la selección, las canchas descuidadas por los equipos nacionales, la falta de mantenimiento, de plata, de taquilla y los miles de factores que afectan el deporte rey nacional ¿Y la capital? La respuesta es más que conocida: no tiene un estadio decente.

A Venezuela le va a costar jugar de local pero por problemas extradeportivos que de una u otra manera afectarán en lo psicológico. Hay mucho que arreglar dentro y fuera de la cancha.